Salario en blanco y jubilaciones, por el piso: los gráficos que muestran el derrumbe de la capacidad de compra en los últimos 10 años
Usualmente, los economistas analizan la capacidad de compra de los ingresos de los trabajadores y de los jubilados comparando las tasas de variación del promedio del índice general de precios que publica el Indec cada mes, sea del mes o año, o incluso entre extremos en períodos determinados, como puede ser el inicio de un mandato presidencial.
El Ripte y la jubilación mínima fueron en marzo 2022 superiores en 3,1% y 2,3% en valores reales, respectivamente, en comparación con el nivel de un año antes
Así, si se toman los últimos datos oficiales a marzo 2022 del Ripte (Remuneración Imponible para el Trabajador Estable que estima el Ministerio de Trabajo sobre la base de las declaraciones juradas de los empleadores presentadas al SIPA -Sistema Integrado Previsional Argentino-) de bolsillo -nivel bruto menos el 17% de aportes al sistema previsional, obra social y PAMI-, como del haber previsional mínimo, y se los relaciona con el nivel de un año antes y la tasa de inflación de esos 12 meses, surge que en todos los casos en ese período aumentaron más que el ritmo de los precios. Subieron en términos reales 3,1% los salarios registrados y 2,3% los haberes base de los jubilados y pensionados.
Sin embargo, en el seguimiento mes a mes de una serie de largo plazo de las tasas de variación de esas fuentes de ingreso respecto del año previo se advierte con claridad como las curvas se entrecruzan permanente, pero con tendencia notoriamente negativa para asalariados y jubilados y pensionados cuando la inflación se acelera, como ocurre actualmente. Explica el creciente desaliento social y pérdida de confianza de los consumidores.
Eso ocurre porque desde hace casi un siglo los economistas han demostrado que el movimiento alcista en forma persistente y generalizada de los precios al consumidor erosiona la capacidad de compra de los sectores con ingresos que se ajustan por “escalones” -acuerdos en paritarias en el caso de una parte de los asalariados, y desde hace un tiempo por la movilidad previsional cada trimestre, en el de las jubilaciones y pensiones-, más aún en el caso argentino en que la tasa inflación se mueve a ritmo de dos dígitos al año, o peor, como en los últimos meses, están afianzándose a velocidad de tres dígitos (más de 100% si se anualizan las variaciones observadas en marzo y abril último).
Relaciones tangibles
De ahí que otra forma, más tangible, para conocer el efecto de la inflación sobre los ingresos de los trabajadores y jubilados es comparar una serie histórica de la capacidad de compra de canastas básicas de consumo habitual, con índices y valores publicados por fuentes oficiales.
Los economistas han demostrado que el movimiento alcista en forma persistente y generalizada de los precios al consumidor erosiona la capacidad de compra de los sectores con ingresos que se ajustan por “escalones”
Sobre la base de una serie mensual de poco más de 9 años, que es el período máximo con datos disponibles en las series publicadas por el Ministerio de Economía, Infobae pudo detectar que, a tono con lo esperable según las enseñanzas de las teorías económicas, el nivel actual del promedio de los salarios registrados (son más altos que los que perciben los ocupados en la informalidad, así como los que se desempeñan bajo el régimen de casas particulares y a través den planes especiales), y de las jubilaciones, perdieron capacidad de compra respecto de la media histórica, y parcialmente desde el inicio del gobierno del Frente de Todos.
Así, mientras en el promedio de la casi década analizada el haber mínimo de las jubilaciones posibilitaba adquirir casi la totalidad de la Canasta Básica Alimentaria (umbral de indigencia) para una familia tipo integrada por dos adultos y dos menores (97%), los $32.630 que rige desde marzo -antes de descuentos para la obra social y de la cuota de la moratoria para quienes se incorporaron con regímenes especiales- sólo alcanzaron ese mes al 82% del valor actual de la CBA informado por el Indec de $39.862, perdieron 15,6% en valores reales.
Menos deterioro exhibió la capacidad de compra de la Canasta Básica Total (umbral de pobreza que fue en marzo 2022 de $89.690), pasó del 41% a 36%, disminuyó 10,3%, aunque se mantuvo en una proporción singularmente baja.
Y si bien, la referencia del valor de un conjunto de bienes y servicios básicos para cubrir las necesidades de una familia con dos adultos y dos menores pareciera exagerada, porque por su naturaleza la población de edad avanzada se caracteriza por vivir sin familiares a cargo, más que su cónyuge o pareja, destacan los estudiosos de las condiciones de vida de las personas de edad avanzada la gravitación del gasto en medicamentos y cuidados asistenciales, superan con creces los valores de la CBT tomados como referencia.
La canasta básica total de un jubilado y pensionado se caracteriza por la mayor gravitación del gasto en medicamentos y cuidados asistenciales
Pérdidas similares registraron los ingresos de bolsillo del promedio de los trabajadores registrados en relación de dependencia en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA): bajaron en valores reales 14,6% respecto de la variación de la CBA, a una proporción de 2,52 veces; y 9,1% en el caso de la capacidad de compra de la CBT, a una proporción de apenas 1,12 veces, que lo ubica a sólo 12% de perforar el umbral de pobreza.
Es de suponer para los trabajadores asalariados informales, como para los cuentapropistas de bajos ingresos, que esas relaciones resultan sensiblemente menores, según se desprende de la brecha que muestran los datos de generación de recursos monetarios en la Encuesta Permanente de Hogares del Indec.
Sin perspectiva de mejora en corto plazo
En un período más breve de tiempo, como es desde el inicio de la presidencia de Alberto Fernández, el 10 de diciembre de 2019, se observa que la capacidad de compra de la jubilación mínima de la CBA disminuyó 10,1%; y la de la remuneración media del trabajador registrado bajó 9,7 por ciento.
El ingreso promedio de bolsillo de un asalariado registrado apenas superaba en 12% al umbral de pobreza
Frente a ese cuadro, desde la irrupción de la pandemia de Covid-19, pero también cuando comenzó a ceder y recuperarse parcialmente la actividad económica, el Gobierno dispuso paliativos como bonos de emergencia para los sectores con ingresos mínimos, tanto para los registrados como para quienes se desempeñan en la informalidad. Pero como carece de financiamiento genuino por haberle dado prioridad a otros tipos de gastos, como los subsidios a los servicios públicos, pago de sentencias judiciales previsionales a sectores privilegiados de la política y aumento de la nómina salarial de la creciente burocracia estatal, entre otros, su efecto real se licúa con la aceleración de la tasa de inflación.
En el caso del poder adquisitivo de la CBT, también se mantuvo en niveles próximos a los mínimos históricos desde fines de 2018 cuando la economía ingresó en un sendero recesivo y con alta inflación, virtualmente se estancó en los casi 28 meses de gestión de gestión del Frente de Todos, por efecto directo del contrapeso que ejerció el severo retraso de las tarifas de los servicios públicos.
De ahí que, frente a la reapertura de las audiencias públicas para determinar las políticas de ajustes de los precios de los servicios de luz, gas y agua, junto a aumentos postergados en combustibles, cabe esperar que la capacidad de compra de los haberes previsionales y de los salarios en general se mantendrán en niveles reducidos.
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