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Coronación del rey Carlos III: una multitud se reúne en Londres para una jornada histórica

Pese a la lluvia, cerca de dos millones de personas colmaron el centro de la capital británica desde la madrugada. Férreo despliegue de seguridad y manifestantes arrestados.

Bajo una Londres blindada y con amenazas de fuertes lluvias, miles de británicos y turistas se congregaron para esperar la coronación de Carlos III en la Abadía de Westminster desde la madrugada de este sábado.

Casi dos millones de personas estuvieron dispuestas a soportar el temporal para ver a los reyes, a los príncipes de Gales y la procesión. El príncipe Harry llegó en un avión de linea y estuvo ubicado en la tercera línea de la abadía junto a sus primos Eugenie y Beatrice, hijas del duque de York, el desplazado príncipe Andrés. Pero no estaba previsto que participara en la procesión.

The Mall, la plaza de Trafalgar, el Green Park fueron los lugares de concentración. Todos estaban con banderas, caretas, gorros y sobre todo, paraguas.

Miedo a atentados

El miedo a un ataque terrorista repetía la experiencia del funeral de la reina Isabel II: la policía ha instalado un protector anti bombas y los celulares no funcionan para bloquear una explosión, para desesperación de los fotógrafos, que no pueden transmitir las fotos.

Siete manifestantes antimonárquicos fueron detenidos cuando se dirigían a Trafalgar Square a manifestar. Detuvieron su camioneta con posters que decían “No es mi rey”.

Pero en Trafalgar Square algunas consiguieron superar la seguridad y desplegar sus poster: ”No es mi rey”. “Abolir la monarquía” cantaban ante los “booo” de los pro monárquicos.

“Queremos ser visibles, no hacer un escándalo. Pero representamos a un porcentaje cada vez más grande de gente que cree que debemos abolir la monarquía y tener a un presidente”, dijo un vocero de Republic, el movimiento que los alienta.

Una estricta seguridad ha separado a la Abadía del resto de la ciudad. Paredes verdes envuelven el área y 11.000 policías están desplegados en la capital británica.

En la estación de Waterloo miles de tropas comienzan a bajar de trenes, en el mayor despliegue que recuerde Londres desde la muerte de Sir Winston Churchill.

Una fiesta patriótica

No cabe un alfiler en The Mall, el largo boulevard donde los Royalistas han acampado para ver pasar las carrozas con el rey Carlos III y la reina Camila desde el palacio de Buckingham.

La atracción son las pantallas enormes de televisión, donde se apila la gente para poder ver algo de un momento histórico.

Por el Mall desfilan las tropas que se van instalando a lo largo del camino.

Los invitados

Los que esperaban tuvieron un regalo: el rey Carlos apareció en el Mall en su Bentley bordó rumbo al palacio de Buckingham para iniciar el duro ejercicio de prepararse para la coronación, con su ropaje medieval.

La reina Camila prefirió un bajo perfil. Cree que es el gran día del soberano.

Desde las siete de la mañana y con rigurosa invitación controlada, comenzaron a llegar los invitados a la medieval Abadía de Westminster. En jaquet negro, Sir Whitty, el jefe científico británico y la voz de la epidemia del Covid, caminaba hacia la puerta saludando a todos. Su cara es inolvidable para este experto bailarín de danzas escocesas.

A Lady Sussan Hussey, la mejor amiga de la reina Isabel, le levantaron la interdicción después del incidente racista con una invitada en una recepción en el palacio de la nueva reina. Fue una de las primeras invitadas en llegar a la Abadía, en un azul tornasolado, con su sombrero con plumas rojizas. Es la madrina del príncipe William.

El director Andrew Lloyd Weber, en duelo por la muerte de su hijo, también estaba entre los invitados junto a la actriz Emma Thompson, que saludaba a la prensa.

La actriz Julie Dench es una íntima amiga de la nueva reina Camila y llegó entre los primeros invitados, no lejos del actor Stephen Fry, un gran amigo del rey. Lionel Richie, que cantará en el concierto en Windsor el domingo, fue otro de los huéspedes junto al editor de Vogue, Edward Enninfull, un amigo de Meghan, la ausente duquesa de Sussex.

La ministra del interior Suella Braverman, en gris y con fascinator, el secretario de defensa Ben Wallace y el ministro de finanzas Jeremy Hunt llegaron juntos.

El enviado norteamericano para Medio Ambiente John Kerry avanzaba con su imponente figura en la abadía buscando su asiento. El presidente Joe Biden no vino pero lo representan su esposa y una de sus nietas.

Los invitados eran entretenidos por música sacra mientras todos trataban de hablar unos con otros, a pesar de la draconiana ubicación para que todo estuviera listo para la llegada de los reyes.

Despliegue policial

La prensa y sus equipos son rigurosamente chequeados electrónicamente para poder instalarse en la tribuna frente a la Abadía. Llegar era como una carrera de obstáculos.

Once mil policías se desplegaron en Londres controlando las entradas y la seguridad.

Parte de la familia real decidió celebrar la coronación privadamente.La princesa Royal Anne y su marido Tom, sus hijos Mike y Zara Tindall, el príncipe Andrés, sus dos hijas Eugenie y Beatrice y sus maridos comieron en el muy privado club Oswald el viernes por la noche. Los Tindall se quedaron hasta las 2 de la mañana.

Pero la presencia del príncipe Andrés en Oswald y en la abadía muestra una ligera rehabilitación de su figura, probablemente por la presión de la princesa Royal, hija de la reina, sobre su hermano, el rey, que no es otra que la voz de su padre, el fallecido príncipe Felipe.

fuente: Clarin

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