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Efecto Bukele: De Honduras a la Argentina, la mano dura cada vez tiene más adeptos

América Latina es la región más violenta del mundo desde hace décadas. A pesar de que sólo engloba el 8% de la población mundial, el continente americano concentra el 37% de los homicidios de todo el planeta, según estimaciones de Naciones Unidas, que además proyectan una tendencia alcista. Los gobiernos de la región de todo el arco político han fallado sistemáticamente en brindar una respuesta eficaz a los problemas estructurales como la pobreza, la desigualdad y la inseguridad, una cuestión cada vez más espinosa por la evolución del crimen organizado. En este contexto, en un pequeño país centroamericano llegó al poder en 2019 un personaje disruptivo y controversial que ha acaparado la atención de los organismos internacionales, de los medios de comunicación y de los demás gobiernos de la región por sus políticas radicales pero también por su efectividad. Con una implacable estrategia de seguridad y un estilo autoritario, el presidente Nayib Bukele convirtió en menos de tres años a El Salvador, un país asolado por la extensión de las maras, en el más seguro de la región. Aunque los resultados son verdaderamente sorprendentes, sus métodos antidemocráticos —reformas al poder judicial y un estado de excepción que habilita reiteradas violaciones a los derechos humanos y libertades constitucionales— suscitaron preocupación por gran parte de la comunidad internacional.

Pero la violencia generalizada, la impotencia de los gobiernos y el hastío de la población han empujado a muchos otros líderes de la región a coquetear, o al menos, observar con atención el “modelo Bukele”, que ha catapultado sus índices de popularidad. “Hay muchas personas que tienen temor de que ese modelo de Bukele se esté exportando a toda la región y que eso vaya a destruir la democracia… y eso es posible”, asegura en diálogo con LA NACION Nicolás Saldías, analista de la Unidad de Inteligencia de The Economist para América Latina y El Caribe. “No creo que vaya a pasar en Uruguay o en Chile. Pero en otros países con instituciones y cultura política muy débiles, como Guatemala, Honduras, Perú, Ecuador y Colombia, sí puede pasar. Seguro veremos un tipo de política de ‘bukelismo’ y más autoritarismo en el futuro en los países de la región”.

fuente: La Nación

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