«Hacete las tetas», la frase que expone hechos escandalosos en el Tribunal de Cuentas
La denunciante no encontró respuestas contundentes por parte de las autoridades del organismo, que se limitaron a pedir que ella y la persona denunciada "reflexionen". Sin embargo, la justicia avanza con una investigación y la Secretría de Derechos Humanos emitió un dictamen lapidario.
Una fiscal del Tribunal de Cuentas viene librando una ardua batalla por todas las vías institucionales posibles para encontrar respuestas a su denuncia de violencia laboral, maltrato y expresiones sexistas dentro de ese organismo. Ella afirma que su superior la descalifica y destrata desde hace años, algo que deterioró su salud física y mental, por lo que hoy trabaja con un nivel de angustia que la obligó a encarar un tratamiento psicológico y psiquiátrico.
«Hacete las tetas», «operate la nariz», «dejá de mirar novelas a la tarde», «aprendé a tener cintura política», «tenés que pagar derecho de piso», son algunas de las frase que dice haber recibido de su jefe inmediato, el fiscal relator Luis María del Cerro. El caso llegó a la justicia, que avanza con la investigación penal, y dio lugar a que la Secretaría de Derechos Humanos caratulara al caso como una situación de violencia laboral con connotación de género. Sin embargo, hasta ahora la conducción del Tribunal de Cuentas se limitó a instar a denunciante y denunciado a que «reflexionen».
EL AMBIENTE DE TRABAJO
Carola Urlich llegó al organismo de contralor en 2014, tras rendir exitosamente un examen de ingreso. Su tarea administrativa se desarrolló desde el comienzo en el área que conduce uno de los fiscales relatores del tribunal, el contador Luis María del Cerro. La relación laboral tenía altibajos.
En las presentaciones que efectuó hasta ahora, dice que Del Cerro a veces descalificaba sus condiciones para el trabajo, con expresiones fuera de lugar, o que directamente le cuestionaba su aspecto físico. «Hacete las tetas», «operate la nariz», eran las manifestaciones que solían aparecer en ese ámbito laboral, afirma en sus denuncias, a las que NORTE tuvo acceso. Otros testimonios reunidos en las actuaciones labradas fuera del Tribunal de Cuentas avalan esos relatos.
Urlich comenzó a sentir el impacto de esas condiciones de trabajo, a las que se agregaban comentarios siempre negativos a raíz de la filiación política de su padre (es hija de Carlos Urlich, dirigente radical que fuera presidente de la Legislatura cuando el radicalismo gobernaba la provincia). En sus presentaciones dice que Del Cerro solía decirle que entre las autoridades del organismo había dudas sobre su grado de discreción y lealtad. «Decía que para ellos yo era ‘la radical’ y que había que tener cuidado conmigo. Yo rogaba que nunca se filtrara hacia afuera nada que tuviera que ver con mi trabajo, porque si eso sucedía con seguridad me iban a responsabilizar a mí», dice.
PUNTO DE QUIEBRE
El punto de quiebre llegó con un examen abierto en 2021 para cubrir el cargo de fiscal que Urlich venía subrogando desde 2019. Ella se presentó al concurso. Un día antes de que se dieran a conocer los resultados, Urlich dice que Del Cerro le dijo, con tono serio, que estaba sorprendido por lo mal que había resuelto las consignas del examen. Urlich, frustrada, se qubró y lloró. Del Cerro, dice ella, comenzó a reírse y le confesó que todo era una broma y que la mesa examinadora todavía no había evaluado los trabajos.
En la jornada siguiente sí se informaron las conclusiones. Urlich tuvo una baja calificación. Allí las versiones se dividen en dos caminos. Ella afirma que pidió explicaciones porque al ver su examen notó que, a su juicio, le habían considerado como erróneas respuestas que para ella eran correctas. Eso habría provocado el enojo de Del Cerro, presente en la entrega de resultados, quien habría destratado a su colaboradora.
El fiscal relator, en las actuaciones labradas con posterioridad, dice lo contrario: que Urlich reaccionó con expresiones inapropiadas a la mala calificación recibida (le atribuye haber dicho «esto es una hijaputez») y que él solo buscó hacerla entrar en razón. Otra fiscal relatora, también presente en ese momento, avaló la versión de Del Cerro. El veedor gremial del examen, en cambio, respaldó el relato de Urlich, y dijo que ella solo reclamó por lo que interpretaba como una evaluación equivocada. Ante ello, dice, Del Cerro contestó ofreciéndose a «darle cátedra» fuera del horario habitual de trabajo y poniendo en duda su continuidad en la subrogancia que ocupaba.
ANTECEDENTES
El incidente hizo que Urlich elevara una nota al directorio que conduce el Tribunal de Cuentas. El 17 de agosto de 2021 relató lo ocurrido cuatro días antes, en la entrega de resultados, pero contó que «no es la primera vez que sufro este tipo de descalificaciones verbales por parte del contador Del Cerro» sino que ello sucedió en «reiteradas situaciones a lo largo de mi carrera administrativa dentro de la institución». Y citó frases que atribuyó a su jefe, como haberle dicho: «Me molestan las mujeres como vos, que por la tarde miran novelas». En la misma nota, puso a disposición de las autoridades su renuncia a la subrogancia que desempeñaba. No pidió sanciones, solo que se le garantizaran condiciones razonables y dignas de trabajo.
El 8 de septiembre elevó una nueva nota en la que planteó que a raíz de su presentación ante la conducción del organismo, Del Cerro la citó «para informarme que tenía dos alternativas como consecuencia de la presentación de mi nota». Según dice allí, una fue una advertencia acerca de que se le iniciaría a ella un sumario por demorarse con un informe, a pesar de que esos atrasos son algo muy común en el organismo por el volumen de trabajo. La otra advertencia fue que él iba a iniciarle una acción penal. Afirma que también le dijo que presentara una nota al Tribunal informando que él le había pedido disculpas y que «el inconveniente estaba resuelto». Ella se negó.
El 17 de septiembre de 2021, Urlich reiteró su pedido de que se actuara ante lo sucedido, porque luego de denunciar el episodio de agosto de agosto y sus antecedentes «los hechos de violencia y hostigamiento hacia mi persona no han cesado, sino que por el contrario han ido en incremento, causándome un grave perjuicio psicológico».
Ante la falta de medidas por parte del Tribunal de Cuentas, Urlich efectuó presentaciones ante la justicia penal, la Secretaría de Derechos Humanos y la Legislatura, entre otras dependencias. En su escrito dirigido a los diputados dijo, en marzo de este año, que Del Cerro «siempre me decía que para trabajar con él debía operarme las tetas» y que «luego empezó con que también me opere la nariz». Dijo que también fue tratada de «loca y quilombera» y que las presiones sobre su trabajo eran cada vez mayores.
UN DICTAMEN CONTUNDENTE
Fue la Secretaría de Derechos Humanos la que elaboró el informe más exhaustivo, luego de entrevistarse con la denunciante y recibir declaraciones del propio Del Cerro y de otras personas que trabajan en el Tribunal de Cuentas. Una agente describió como «intimidatorio» el clima de trabajo con el fiscal relator y que «siempre realizaba comentarios tales como que para trabajar ahí debían (las empleadas) hacerse las tetas (y) ser rubias».
«Todo el tiempo hacía comentarios el contador sobre la vestimenta de las mujeres que trabajan en el tribunal, sobre sus cuerpos, su forma de hablar, es decir comentarios clasistas, sexistas, elitistas», se lee en el expediente labrado por esa oficina del Poder Ejecutivo. Otra mujer describió a Del Cerro como una persona que «se maneja algunas veces a través de chistes ácidos». También hubo testigos que, por el contrario, consideraron que el clima de trabajo era «tranquilo» y con «buen trato en general».
La conclusión del equipo que trabajó en el caso fue que «si bien el señor Del Cerro no posee una estructura de personalidad violenta, las conductas que llevó a cabo corresponden a prácticas que devienen en violencia». También advirtió que «el impacto (de los hechos) en la salud de la denunciante es muy serio». Por todo ello dictaminó que «estamos en presencia de un caso que reúne los criterios de violencia laboral con connotaciones de género».
Antes, el 18 de octubre de 2021, la Sala I del Tribunal de Cuentas había dictado una disposición –la 465/21, firmada por los vocales Elido Pavich y Oscar Cáceres- en la que daban por concluido el sumario iniciado tras la presentación de Urlich. Ordenaron archivar las actuaciones, sin aplicar medida alguna. Solo hicieron un «llamado a la reflexión a las partes» para «evitar la reiteración de situaciones de igual característica».
En la justicia penal, la fiscal Rosana Soto ordenó archivar la causa, pero Urlich recurrió en queja a la Cámara de Apelaciones en lo Correccional y Criminal, donde la jueza Mercedes Riera cuestionó el trabajo de la primera instancia y ordenó desarchivar el caso. Ahora la investigación penal sigue su curso y avanza. Algo muy diferente de lo que sucede puertas adentro del Tribunal de Cuentas.
fuente: Diario Norte