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Tensión con China: un viaje de alto nivel con una irresponsabilidad absoluta y de enorme peligrosidad

La visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán es una provocación que, de hecho, perjudica los intereses estratégicos de EEUU.

Siento mucho respeto por Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Pero su viaje de esta semana a Taiwán, a contrapelo de los deseos del presidente Joe Biden, es una inconsciencia de una irresponsabilidad absoluta y de una enorme peligrosidad.

Nada bueno saldrá de este viaje. Después de esta visita puramente simbólica, Taiwán no será ni más seguro ni más próspero, pero las cosas que pueden salir mal son muchas, incluida una respuesta militar de Pekín que arrastre a Estados Unidos a un conflicto indirecto con dos superpotencias nucleares al mismo tiempo, Rusia y China.

Y quienes crean que los aliados europeos de Estados Unidos se sumarán a una guerra con China por Taiwán, desencadenada por esta visita innecesaria, están leyendo muy mal lo que pasa en el mundo: Europa ya está sumida en una guerra existencial con Rusia por Ucrania.

Empecemos por el conflicto indirecto con Rusia y la ominosa sombra del viaje de Pelosi sobre el mismo.

En las relaciones internacionales, a veces no hay que apartar la vista del premio mayor. Y hoy el premio está clarísimo: garantizar que Ucrania sea capaz, como mínimo, de frenar la invasión injustificada de Vladimir Putin, y como hipótesis de máxima, revertirla, porque si la invasión tiene éxito, se convertirá en una amenaza directa para la estabilidad de la Unión Europea.

Para que Ucrania tenga las mejores posibilidades de revertir la invasión rusa a Ucrania, Biden y su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, mantuvieron una serie de reuniones muy duras con los líderes de Pekín, donde les imploraron que China no ingrese al conflicto suministrando ayuda militar a Rusia, sobre todo ahora que el arsenal de Putin da muestras de desgaste, tras cinco meses de guerra.

Según un alto funcionario norteamericano, Biden le dijo personalmente al presidente Xi Jinping que si China se metía en la guerra del lado de Rusia, las exportaciones chinas corrían riesgo de perder sus dos mercados más importantes: Estados Unidos y la Unión Europea. No olvidemos que China es uno de los mejores fabricantes de drones del mundo, el arma que más necesitan en este momento las tropas de Putin.

China ha respondido no proveyendo ayuda a Putin, mientras que Estados Unidos y la OTAN han brindado a Ucrania una importante cantidad de armamento avanzado y apoyo de inteligencia que han causado serias pérdidas militares a Rusia, un ostensible aliado de China.

Deliberada provocación

En base a todo esto, ¿me pueden explicar qué hace la presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana en Taiwán, en deliberada provocación a China, convirtiéndose en el más alto funcionario de Estados Unidos que visita Taiwán desde 1997, cuando China era económica y políticamente mucho menos poderosa que hoy en día?

No podría haber elegido peor momento. A ver si nos entendemos: la guerra en Ucrania no terminó, y en privado los funcionarios de la Casa Blanca están mucho más preocupados por la dirigencia de Ucrania de lo que dejan saber. Entre la Casa Blanca y el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, existe una desconfianza absoluta, mucho más profunda de lo que se deja traslucir.

Para colmo, la Casa Blanca sigue creyendo que Putin es capaz de usar una pequeña arma nuclear contra Ucrania si ve que sus ejércitos enfrentan una derrota inminente.

Ahora pasemos al potencial conflicto indirecto con China que podría desatarse por la visita de Pelosi a Taiwán, sin olvidar que la geopolítica más elemental desaconseja coquetear con una guerra de dos frentes contra otras dos superpotencias al mismo tiempo.

Según los medios de noticias chinos, en su conversación de la semana pasada, el presidente Xi le dijo a Biden que “el que juega con fuego sale chamuscado”, en referencia a cualquier involucramiento de Estados Unidos en los asuntos de Taiwán, como por ejemplo una visita de Pelosi.

El equipo de Seguridad Nacional le explicó con pelos y señales a Pelosi por qué no debía viajar a Taiwán, pero Biden no la llamó personalmente para pedírselo, por temor a mostrar debilidad ante China o dejar un flanco abierto para el ataque de los republicanos antes de las elecciones de medio mandato.

Por supuesto que, como dicen algunos, Biden podría simplemente desentenderse de la bravuconada de Xi, apoyar a Pelosi a fondo y decirle a Xi que si amenaza a Taiwán del modo que sea, el que “saldrá chamuscado” será él. Podría funcionar, y hasta es posible que la satisfacción nos dure un par de días. También podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial…

En mi opinión, tendría que haber sido Taiwán la que le pida a Pelosi que por el momento no vaya. De hecho, dudo mucho que en el fondo de su corazón las autoridades de Taiwán quieran la visita de Pelosi ahora. De hecho, el gobierno de la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen ha sido muy cauteloso y muy constante en sus esfuerzos por defender la independencia de Taiwán pero sin darle a China la mínima excusa para emprender una acción militar.

Lamentablemente, temo que en China existe un consenso cada vez más generalizado de que el problema con Taiwán solo se resuelve por la vía militar, pero Pekín quiere hacerlo según su propio cronograma. Y nuestro objetivo debería ser disuadir a China de una aventura militar según nuestro propio cronograma, o sea para siempre.

fuente: La Nación

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